
Bandama vuelve a latir con la Copa Palmer
El trofeo más antiguo del golf español reúne a 81 jugadores en una edición cargada de historia, tradición y emoción deportiva
Hay semanas que huelen a historia, y esta, en el Real Club de Golf de Las Palmas, es una de ellas. Bandama vuelve a vestirse de gala para acoger —desde este viernes y hasta el domingo— una nueva edición de la Copa Palmer, ese torneo que es mucho más que golf: es memoria viva, tradición británica en tierra canaria y, sobre todo, un guiño al origen del deporte en nuestro país.
Y es que no hablamos de un trofeo cualquiera. La Copa Palmer es el torneo más antiguo del golf español, un auténtico tesoro deportivo que forma parte del ADN del club más longevo de España y de uno de los capítulos más valiosos del golf europeo. Una pieza de museo, literalmente: su réplica puede verse en el R&A World Golf Museum de St Andrews. No es poca cosa.
Competición grande, ambiente grande
A las 08:30 horas del viernes sonará el primer driver en Bandama.
Serán 54 hoyos en Stroke Play Scratch, sin red, sin ventajas, sin artificios: pura competición, puro pulso al campo y al propio swing.
Participan 81 jugadores, 21 de ellos desplazados desde otras islas y desde la Península. El nivel, como siempre, promete emociones fuertes. Además, el torneo vuelve a ser valedero para el World Amateur Golf Ranking, lo que añade un punto extra de motivación… y presión del bueno.
Las categorías están perfectamente estructuradas para mantener la esencia competitiva del formato scratch:
Tres cuadros masculinos (de hándicap 0 a 32)
Dos cuadros femeninos (de hándicap 0 a 32)
Los ganadores absolutos —hombres y mujeres— levantarán una réplica del histórico trofeo. Un gesto simbólico que, para quien lo vive desde dentro, tiene algo de ceremonia y de privilegio.
Mirando al pasado para empujar el presente
En 2024, David Vega se coronó con 207 golpes y Isabel Ping Martínez con 222. Ambos por un solo golpe. Esos finales que te aceleran el pulso, te secan las manos en el green del 18 y te recuerdan que en este deporte nadie se puede despistar ni un segundo.

Y hablando de momentos que dejan huella, cómo olvidar aquel centenario de 1994 que reunió a auténticos gigantes:
Severiano Ballesteros y José María Olazábal contra Colin Montgomerie e Ian Woosnam.
Una postal imborrable. Un capítulo que todavía se recuerda junto a la barandilla de la casa club, con el eco suave del viento en Bandama como telón de fondo.
Una copa, una isla, una historia compartida
La verdad es que pocas competiciones resumen tan bien lo que significa este deporte: tradición, respeto, espíritu competitivo y ese sabor especial de los eventos que no necesitan gritar para hacerse escuchar.
La Copa Palmer vuelve a su hogar.
Y Bandama —como cada año— late un poquito más fuerte.
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