
La Academia de Gastronomía de Las Palmas celebra una noche para recordar
Una noche de homenajes, emociones discretas y cuatro nombres que ya brillan con luz propia
La edición de este año de los Premios Anuales de la Academia de Gastronomía de Las Palmas dejó anoche un reguero de sonrisas, abrazos apretados y esa sensación cálida de comunidad que solo surge cuando la cocina reúne a los suyos. Más de un centenar de rostros conocidos del mundo empresarial y gastronómico de la ciudad llenaron el Santa Catalina Royal Hideaway Hotel, un escenario que parecía hecho a medida para celebrar, recordar y, sobre todo, agradecer.
Y es que trece nominaciones competían por hacerse un hueco entre las cuatro categorías principales: Mejor Restaurante, Mejor Sumiller, Premio a Toda una Vida y Mejor Jefe de Sala. Detrás de cada nombre, horas de esfuerzo, muchas madrugadas y ese pulso constante entre la pasión y el oficio.
Cuatro nombres que subieron al escenario y algo más
Finalmente los ganadores de este años fueron: a Toda una Vida para el Restaurante Casa Martel, ejemplo de continuidad y tradición bien llevada. El título de Mejor Jefe de Sala recaía en Rafael Hurtado, de Poemas by Hermanos Padrón, quien lleva años demostrando que el servicio puede convertirse en un arte silencioso. Para Mejor Sumiller, el premio recalló a Mario Reyes, de Vinófilos, llegaba respaldada por una trayectoria marcada por el conocimiento, la curiosidad y esa habilidad casi mágica de leer a cada comensal. Y como mejor restaurante, La Bodega de la Avenida
Todos recibieron el ya emblemáticos Gánigos del escultor Antonio Rodríguez Sosa
Además, la ceremonia tuvo un momento especialmente emotivo: la distinción de Jerónimo Saavedra Acevedo como Académico de Honor a Título Póstumo, un reconocimiento unánime que coincidió con el segundo aniversario de su fallecimiento. El salón se quedó en silencio durante unos segundos, ese silencio respetuoso que lo dice todo sin decir nada.
“Gracias por seguir creyendo"
Alfredo Montes García, presidente de la Academia, abrió la velada con un discurso cercano, hilado con agradecimientos sinceros. Recordó a quienes llevan tiempo apoyando a la institución y, casi con un guiño cómplice, celebró la asistencia de todos los que llenaron la sala. Sus palabras, además, dieron paso a la ovación dedicada a los ganadores, una ovación larga, de esas que empiezan por compromiso y terminan por puro cariño.
La gala dejó claro algo que trasciende premios y categorías y es que la gastronomía de Las Palmas vive un momento vibrante, impulsado por profesionales que trabajan con honestidad, talento y una pasión que —como esos buenos guisos— se nota desde el primer aroma.
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