Scheffler conquista Irlanda y logra su cuarto torneo de Grand Slam

El norteamericano logra su cuarto torneo de Grand Slam y arrastra en la clasificación a sus compatiotas en esta ronda de Royal Portrush que mostró su cara más benévola. García y Rahm terminan con un sabor agridulce, ganándole al campo, pero muy lejos de sus aspiraciones.

Sí. Se he demostrado: Scheffler es humano. Lo demostró con el doble bogey del hoyo 8 (Par4, 405 metros), cuando envió su bola al búnker de calle y necesitó dos golpes para sacar la bola de la arena. Salía de ahí con dos golpes menos de ventaja (-15) abriendo una puerta a sus más inmediatos perseguidores, que hasta ese momento eran el chino Haoting Lee y hasta el británico Matt Fitzpatrick, con un McIlory atacando fuerte.

Pero sólo fue un espejismo que duró eso, 405 metros. Porque al siguiente hoyo ya enmendó con un birdie y la solidez volvió a su juego sin fisuras y dos hoyos más (12) ya había vuelto al inalcanzable para nadie de -17.

“No es solamente el dominio del juego corto, casi tan bueno como el de Tiger Woods, sino también la gestión de los buenos y malos golpes durante una vuelta”, le alababa Jon Rahm, y así quedó demostrado sobre el terreno.

Sí. Scottie Scheffler es humano. Y lo demuestran las lágrimas que, aunque no deseadas, fueron inevitables mientras entraba en el hoyo 18 en loor de multitudes que aclamaban su nombre y con su esposa y su hijo esperándole en el green. Scottie se secaba las lágrimas para poder ver bien la caida de un birdie que no llegó pero que a nadie importó, sólo a los estudiosos de las estadísticas. Por fin, toda la tensión acumulada explotó, lanzó el grito del guerrero, tiró la gorra al aire, que quedó en el ruedo, como los grandes toreros (nadie se atrevió a recoger tan magna reliquia, sólo su padre) mientras el número 1 del mundo se abrazaba a su mujer y a su hijo. Ese fue el gran dolor de Seve: que sus hijos nunca le vieran ganar un Grande, el último fue en 1988 y su hijo mayor nacía en 1990.

Un Sottie Scheffler que recordaba al mejor Woods: sólido, tranquilo, reposado, como si no fuera con él eso de ganar su primera Jarra de Plata, uno de los trofeos de Grand Slam más ansiados por todos los golfistas del mundo. 153º años de historia nos contemplan desde estos links legendarios de las tierras altas del norte de Irlanda. Donde los Gigantes ‘construyeron’ su Calzada, donde loa atardeceres son eternos y cualquier campo de golf que juegues en la zona es centenario.

Tercer Grande para Schffer para colocar en su ‘mesita del Té’ junto a los dos Másters de Augusta (22 y 24) y al PGA de Estados Unidos (2025) y ante la gran cita que se presenta en septiembre de liderar a los 12 hombres del equipo estadounidense de la Ryder Cup que intentarán reconquistar la Copa perdida en Roma. Además, de los poco más de 3 millones de dólares que se embolsará por su victoria.

Cuatro estadounidenses coparon los primeros puestos. Harris English, segundo con -13 y que sin duda subirá muchos puestos en la clasificación del equipo estadounidense de la Ryder Cup; tercera plaza para Chris Gotteruo (-12) un auténtico desconocido hasta que la semana pasada lograba su plaza para The Open tras ganar el Abierto de Escocia; y cuarta plaza para Whyndam Clark (-11), empatado con el inglés Matt Fitzpatrick y el chino Haotog Li.

Rory McIlroy, uno de los grandes favoritos a la victoria tas su buena actuación en Escocia la semana pasada terminó séptimo, empatado con otro estadounidense Xander Schauffele.La mejor vuelta del día fue para Bryson DeChambeau (64 golpes), que escaló hasta la décima posición.

Sergio y Rahm, entre la amargura y la desesperación

Eran los dos único mosqueteros que llegaron a la final del Open Británico, como aquellos épicos domingos en los que dos españoles, Seve y Olazábal, representaban los colores de España en busca de una ansiada Jarra de Plata. Sólo Seve, y por tres veces, lo ha lograda. Jon y Sergio han estado cerca en tres ocasiones, pero esta no ha sido, ni de lejos, una de ellas.

Sensaciones, malos golpes, malas decisiones, fallos incomprensibles, y un drive roto es el resultado de este 153º The Open en Royal Portrush, la tercera vez que se disputa en este campo de Irlanda del Norte (1951, 2019 y 2025). Ángel Hidalgo, que falló el corte en su segundo Open Británico fue quizá el más claro de todo: “Para estar en lo más alto y ganar hay que hacer pocas. Así que hay que seguir trabajando en ello”.

Sergio no llegó a encontrarse en ningún momento. Es más, tras ‘romperse’ su drive en el Tee del 2 jugó con un palo menos, y nada menos que el drive, el resto de la vuelta. Y mala no le fue por hizo 68 golpes y terminó-3 en el puesto 34º. Lejos de sus aspiraciones de llamar la atención del capitán europeo Luke Donald para la próxima Ryder Cup de Nueva York.

Y Jon Rahm, que venía con muy buenas sensaciones del LIV de Valderrama, donde quedo segundo y su equipo, Legión XIII, se alzó con e triunfo, tampoco encontró la llave para abrir Royral Portrush, y eso que guardaba muy buen recuerdo de los campos de la zona, ya desde que era amateur.

Como dice Rahm, “un torneo que no se gana es un oportunidad perdida” y otro Grande, otro Open Británico que se escapa, Y ya nos 37 años desde la última victoria de Seve Ballesteros.Y es que al final, cuando uno habla de un Open Británico, siempre acaba hablando del Maestro de Pedreña