Capítulo 4 de la Historia del Real Club de Golf de Tenerife. Las ayudas que recibió el Tenerife Golf Club en sus inicios.
De cómo las principales personalidades políticas, militares y económicas de Tenerife se volcaron con la construcción del nuevo campo de golf con ayudas de todo tipo.
Hablábamos en el capítulo anterior de de las ayudas patrimoniales recibidas, la influencia que tuvo el Aeropuerto de los Rodeos para la construcción del nuevo campo del Tenerife Golf Club y de las presiones políticas del momento.
Desde el principio diversos particulares y entidades colaboraron con el Club de Golf Tenerife en forma de ayudas económicas o de gestión. Por citar algunos ejemplos Richard J. Yeoward, fundador de Yeoward Line, la primera línea de turismo naval del mundo (Liverpool, Portugal, Madeira y Canarias) y primer productor y exportador de plátano isleño, que donó 1.000 ptas. para la construcción del campo.
El gran arquitecto José Enrique Marrero Regalado (con obras tan importantes como el Cabildo de S/C, Mercado Nuestra Señora de África, Basílica de Candelaria, Cine Víctor, Comandancia de Marina S/C, etc.), donó de forma completamente desinteresada los planos de la casa Club.
Estás primeras ayudas fueron inmediatamente respondidas con la aparición en escena de las más destacadas figuras políticas, económicas, militares, etc. de Tenerife. Algunos nombres por citar unos pocos, que participan en la creación o subvención del club son:
- MARTÍN RODRÍGUEZ Y DÍAZ LLANOS, terrateniente con más de 3000 hectáreas de tierras en Arico.
- ANTONIO LECUONA Y HARDISSON, Presidente del Conservatorio de Música, músico y político. Proporcionó muchísima ayuda política para la construcción del campo.
- MIGUEL Y TOMÁS ZEROLO FUENTES, pocos años después pertenecerían al Cuerpo Jurídico Militar Franquista. Eran personajes con mucho poder en Canarias y que jugarían un papel determinante en la Guerra Civil Española.
- CARLOS HARDISSON PIZARROSO, llegó a Capitán en el régimen franquista y también tenía mucho poder en esa época.
- ANTONIO RODRÍGUEZ ORTIZ, Teniente Coronel de renombre a nivel nacional que jugó un destacado papel en el franquismo pero que Franco directamente le cerró la carrera militar retirándolo del ejército en 1937. Su historia es digna de ser llevada al cine.
- JOHN WALTER GOLDING, casa de coches Austin y Cia. Kunher and Henderson.
- JOSÉ SAMSO HENRÍQUEZ, Auditor de Guerra durante el período franquista.
Estos y otros muchos nombres más, al acabar la guerra se convirtieron en los verdaderos pesos pesados de la sociedad canaria.
El 10 de marzo de 1933 piden ayuda política para que la construcción del campo no se viera perjudicada, puesto que la sociedad civil estaba algo convulsa, con constantes huelgas y enfrentamientos.
No se refleja a quién se la piden, pero cruzando datos se sabe que se pidió al Gobernador Civil en S/C de Tenerife D. Rafael Rubio Carrión y al Capitán General de Canarias D. Enrique Salcedo Molinuevo, que sería fusilado en noviembre de 1936 al no secundar la sublevación que dio origen a la Guerra Civil Española.
El campo se considera desde un primer momento como de interés nacional como posteriormente veremos, por lo que era de vital importancia que no se pusieran trabas al mismo.
Los terrenos que compran para hacer el campo de golf pertenecen a muy pocas familias, siendo los herederos de D. Rafael Tabares los que mayor cantidad venden. Otra parte importante se compra a D. Miguel Tabares, hermano de Rafael, y a Pedro L. Machado. Los contratos de alquiler se hacen con carácter retroactivo en 1933 con fecha septiembre de 1932, lo que da a entender el nivel de confianza y despreocupación que reinaba en esa época.
El 4 de abril de 1933 se acuerda otorgar licencia al constructor del campo D. Andrés Alberto Díaz, para instalar una caseta muy cerca de donde se encuentra actualmente la Casa Club, más concretamente a la altura del actual green del hoyo 18, para "vender utensilios de golf, tés, bebidas frías y comidas ligeras", hasta el mes de agosto, en el cual ya debería estar terminada la Casa Club.
Este dato es muy importante porque demuestra que meses antes de finalizarse la construcción del campo ya se jugaba al golf en él. El 14 de junio de ese año finalizan las obras, pero el campo poco tenía que ver con los de la península, puesto que era totalmente de tierra y su cuidado era escaso.
Es más, tenemos documentos que acreditan que en 1954 aún había 6 hoyos en construcción. Podemos decir que se construyó por partes, añadiendo detalles a los mismos según pasaban los años y se iban añadiendo terrenos a la finca.
Se puede considerar que la finalización de cada hoyo se conseguía cuando se plantaba la hierba en él, cosa que sucedió muchos años después de su inauguración como veremos en capítulos posteriores.
En mayo de 1933, se comprueba que la construcción del campo va a ser más costosa de lo inicialmente previsto, superando con creces lo presupuestado. Es entonces cuando se solicita financiación a determinadas personas “pudientes” de la época y empresas como compañías navieras, de distribución de vehículos, etc. Había dos formas de ayuda, una a fondo perdido (donaciones) y otra con la adquisición de acciones del club. Asimismo, se solicita ayuda al Patronato Nacional de Turismo ya que se consideraba que el campo sería un motor importante para el turismo.
Se aprovecha la visita a Tenerife de su presidente para realizar dicha solicitud y la mediación del diputado en el Congreso en Madrid del Partido Republicano de Tenerife D. Elfidio Alonso Rguez. Este acepta la solicitud no aportando dinero en efectivo pero sí enviando todos los muebles necesarios para la Casa Club. La clave seguía siendo las ayudas que se recibieran. Se tocaban todas las puertas.
Este es un punto de inflexión importantísimo. Se pasa de un grupo de personas interesadas en seguir practicando un deporte prácticamente desconocido en Canarias a intentar sacar provecho de él debido a que podía ser motor de riquezas para la isla. De hecho, hasta 1950 aproximadamente el número de socios que jugaban al golf era ridículo comparado con el total de la masa social. Como anécdota reseñar que aún en esa época algunos medios de prensa escrita se referían al golf como “a ese extraño juego en el que se emplean palos y una pelota”.
Hasta aquí esta cuarta entrega de la historia del Real Club de Golf de Tenerife. En el próximo capítulo veremos cosas muy curiosas como las cuotas que se pagaban en esa época, que otras ayudas se recibieron o cómo el constructor de la Casa Club fue presionado para que redujera el importe total de la obra en 10.000 pesetas.
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